lunes, 20 de octubre de 2014

Un día de no hacer nada




Mirarse al espejo, descubrir el color de mi piel, nuevas arrugas, algún que otro grano o pelo que crece, lo que hay en los ojos vidriosos en frente al espejo y lo que se esconde detrás de ellos. Mojarse la cara para animarse. Mirarse de nuevo. Salir a caminar, ver los autos pasar, la gente en la calle cada uno en su propio mundo. Tirarse en algún pasto, mirar al cielo y ver los pájaros y las nubes pasar, las ramas de los árboles. Sentir el viento en la piel, el sol en la cara, los sonidos que llenan el mundo, los colores en todas partes. Mirar cómo todo se mueve y sentirse ajeno, mirar y sentir un poco más y sentirse adentro. Observar el entramado de la vida. En todas partes lo mismo. En cada ser humano sentimientos similares. Todo moviéndose de maneras misteriosas. Todo danzando en frente de nosotros. Tomar aire profundo, sentir la barriga y el pecho inflarse, dejar el aire y todo de nuevo... todo de nuevo, pero siempre diferente.

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