viernes, 24 de octubre de 2014

Cosas que pasan

Anoche quise rascarme las bolas y mi pene no estaba, tampoco estaban las bolas. Me asusté claro... ¿Cómo era eso posible? Miles de teorías pasaron por mi mente: se fue para vivir nuevas aventuras, porque alguna despechada me lo cortó, porque se lo llevaron los extraterrestres, porque explotó de lo lleno que estaba, o se lo llevaron a un museo como el pene de Rasputín, porque eran cosas que pasaban en noches de luna llena, porque había comido mucho ajo, o no estaba porque me convertía en un bicho como el Gregorio de Kafka, o era parte del proceso evolutivo del ser humano, que el pene desapareciera... pensar no hacía mucho sentido, así que me atuve a los hechos, no había sangre, no había muestras de que lo hubieran sacado con violencia. Me levante a buscarlo, sólo vi unas manchas de semen por aquí y por allá, las últimas que vi salían por la puerta y se perdían en la oscuridad de la ciudad. Salí a correr por las calles gritando su nombre en el silencio de la noche... y nada. Sólo algunas caras curiosas asomándose por las ventanas. Exhausto me rendí y volví a casa, pensé en si le había tomado fotografías para hacer carteles “Se busca” y pegarlos por la ciudad, en cuánta recompensa podía ofrecer. Traté de recordar si había hecho algo que hiriera sus sentimientos. Pensé en qué le diría a la policía o si me aceptarían en televisión para contar mi historia y que más personas me ayudara a buscarlo. Me dormí entre planes para poder recuperarlo.
A la mañana siguiente había vuelto, parecía sucio y cansado, pero estaba allí, lo que me hizo feliz. No me dijo nada... claro, los penes no hablan.

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