lunes, 25 de mayo de 2015

Un noche fría

Se sentó al lado mío y me dijo que recién se había tomado uno de esos mismos batidos que yo estaba tomando. Olía a calle y ropa vieja. Me dijo que también se había comido un queso y que le había caído mal, que había llevado el queso a Mendoza y lo trajo de vuelta porque no había alcanzado a regalarlo todo, que allá piensa operarse de una hernia que le apareció.  Me contó de la vez que le quisieron pegar. De cómo se defendió y dejó a un rucio alto sangrando, de cómo se escapó de los amigos del rucio entrando al bar de donde había salido, soltándose la chaqueta cuando uno de los del grupo lo tomó del cuello. Me contó que el nunca fue a los pacos pero que los otros lo denunciaron y ahora tiene antecedentes por eso. Antes me dijo que dormía ahí en el paseo nacional del turismo, al lado de una banca. Me dijo que tenía hermanos en Estados Unidos, que ya ni sabe dónde están. Ya era tarde,  me despedí y le pregunté su nombre, Heriberto Nuñez Catalán. El quería seguir contándome historias. Era una noche fría.