martes, 23 de diciembre de 2014

El árbol feo

Era un árbol feo. Todo el que pasaba por el frente lo decía, y evitaban mirarlo porque decían que traía mala suerte. Unos nudos de madera parecían ojos dispares y un hueco entremedio de ellos asemejaba una boca torcida. El hueco era tan grande que cabían varias personas dentro, pero claro nadie se metía pues era terrorífico, excepto los chicos que querían mostrar superioridad maltratando a otros, se juntaban en grupos y lanzaban adentro a alguien que no les gustaba, cerraban la entrada con ramas y lo dejaban allí hasta que se cansaban de reír de los gritos de desesperación. Era tan desagradable el árbol a la vista que la gente intentó quemarlo varias veces, pero su madera era tan dura que esto no daba resultado, sólo le quedaron unas feas marcas negras y un olor a madera chamuscada que lo hicieron aún más horrible. Obviamente esto al árbol no le gustaba, el quería que lo quisieran "No soy feo" decía "sólo soy diferente" pero su voz nadie la escuchaba.
Una tarde, los valientes chicos que maltrataban a quienes no les gustaban se les ocurrió prender fuego a unas ramas para asustar a un grupo de chicos que habían cogido. El fuego rápidamente se extendió a los árboles cercanos y se transformó en un incendio. Los chicos que habían cogido gritaron: "¡El árbol feo no se quema. Vamos allí!" y en la desesperación todos corrieron y se metieron al hueco. Los valientes chicos lloraban de miedo y los que habían sido cogidos los consolaban. Afuera del hueco todo ardía en llamas furiosas. "Por favor árbol, sálvanos" decían los chicos "prometemos que te trataremos bien de aquí en adelante" y el fuego afuera parecía no parar. Llantos, gritos y lamentaciones dentro del hueco y algún que otro chico que les daba ánimos y les pedía que se calmaran. Una eterna media hora pasó y comenzaron a escuchar sirenas y gritos. "¡Aquí estamos!" gritaban los chicos, pero no los escucharon. Sintieron como el fuego iba descendiendo pero no se atrevieron a salir y siguieron expectantes. Otra media hora pasó y un bombero se asomó  al hueco. "¡Chicos!¿Están bien?" Algunos estallaron en llanto de alegría y otros dijeron: "Si estamos bien, el árbol nos protegió". Cuando salieron todo humeaba. El grupo de guardaparques y bomberos vieron a los chicos y felices comenzaron a aplaudir.

A los días que siguieron la gente llenó el árbol feo de flores. Invitaron a los chicos a contar su historia en los colegios. La gente limpió los alrededores del árbol, hicieron un acto público de agradecimiento y le pusieron una placa contando el hecho sucedido. La historia se supo en todos los alrededores. Largas filas hizo la gente para mirar al árbol héroe. Ya nunca más lo miraron con desprecio sino que con profundo respeto.

viernes, 5 de diciembre de 2014

A veces

A veces me dan ganas de sentarme y ver la vida pasar. Que de mis pies salgan raíces y penetren la tierra buscando firmeza, minerales, humedad y contacto con mi origen. Que mi piel se haga dura y agrietada. Que me salgan ramas de todo el tronco y de ellas salgan hojas que se pongan a buscar la luz que llega del sol. Que mis ojos se cierren y se pongan a mirar hacia adentro. Que pasen 10, 20, 100 años como si nada. Luego me acuerdo que estuve en eso hace millones años atrás y se me pasa.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Caminó, tropezó, cayó

Caminó, tropezó, cayó. Se levantó, caminó, caminó,  tropezó y cayó. Se levantó y caminó. Tropezó y cayó. Se frustó, se desanimó, se rindió. Se recuperó, se animó. Se levantó y caminó. Caminó, caminó y caminó. Tropezó y calló. Se frustró, lloró, se quedó. Se animó, se levantó y caminó. Caminó, caminó, caminó. Más rápido caminó, sonrisa, feliz, trotó. Trotó, trotó y corrió. Libertad, corrió, corrió. Tropezó y cayó. Rió en el suelo, se levantó, se sacudió, corrió, corrió y corrió más fuerte. El viento, libertad, la sensación de la velocidad. Corrió y corrió. Apenas se dió cuenta cuando sus pies ya no tocaban el suelo y avanzaba por el aire.

martes, 25 de noviembre de 2014

¿y de dónde sacas esas historias?

A veces me preguntan... ¿y de dónde sacas esas historias?... si les cuento, no me van a creer. Empieza con un sonido intestinal, un estómago rumiante. Me quedo dormido sentado frente al computador y cuando despierto ahí está, una nueva historia. Me había dado tanta curiosidad cómo es que aparecen estos cuentos, que un día puse una cámara a grabarme cuando me dormía... lo que vi después fue interesante, a pesar de lo extraño no me asustó, como que ya me imaginaba que podría ser algo así, tanto por los sonidos intestinales como por los movimientos que sentía en el estómago. De mi ombligo salieron unos brazos diminutos luego una cabeza, como un alien pequeño. Se estiró hacia afuera, miró la pantalla y se puso a escribir. Revisó lo que había escrito, hizo algunas correcciones y se metió de nuevo. Desde entonces hemos desarrollado una relación simbiótica, yo me dedico a alimentarlo, él se dedica a las cosas creativas. Incluso ahora está escribiendo con el celular, yo dejo el celular arriba de una mesa, me quedo dormido y ya está... otra historia aparece. A veces también se me sale por el pene, duele un poco pero como las chiquillas quedan bien contentas me aguanto no más. Parece que tiene energía el pequeño.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Yo no soy así

- Yo no soy así.
- ¿Seguro?
- Si claro. Me molesta, no soporto, odio a los que son así.
- A ver... te voy a traer un espejo. Mírate.
- Y qué voy a mirar.
- Tu imagen. A tí mismo.
- Pero si me he visto miles de veces... ya lo dije, yo no soy así.
- Mira bien.
- Mmmmm.
- ¿Qué ves?
- Ahí estoy yo. Igual que siempre... que va.
- Mira tus ojos.
- Pero si...
- Mira tus ojos... ¿qué ves?
- mmmm
- ¿Ves algo que no habías visto antes?
- Parece... algo en la mirada...
- Mira alrededor de los ojos.
- Algunas marcas... no las había visto.
- Y El resto de tu rostro ... ¿qué ves?
- Veo...
- ¿Ves?
- Veo marcas... tensiones... líneas de expresión.
- ¿Qué te dicen?
- Se parece a...
- ¿A qué?
- Se parece a aquellos que odio.
- ¿Entonces?
- Entonces parece que... parece que si tengo algo de los que odio. Pero... pero...
- ¿Pero qué?
- Pero entonces... ¿Qué soy?
- Eso ya es un buen comienzo.

martes, 18 de noviembre de 2014

El ataque de los penes voladores

"Cuidado chiquillas andan penes volando" les dijo el borrachito al grupo de chicas colegialas que hacían jogging subiendo el cerro, luego estalló en risa jugosa. Obviamente las chicas no hicieron caso... solo un borrachín diciendo estupideces. Tremenda sorpresa cuando subiendo el camino del cerro vieron unas cosas que pasaban aleteando de un lado a otro. Se detuvieron y se miraron entre si “¿Qué son esas cosas?” ... “En mi vida he visto algo así” ... “parecen”... “parecen penes con alas”...

Cuando se dieron cuenta ya los penes habían notado su presencia y venían aleteando.
"Oh las weás raras"... "¿Qué hacemos?" "¿Nos harán algo?" "¿Corremos?"
Ya los penes estaban bien cerca cuando algunas se giraron y corrieron, otras anonadadas sólo dieron algunos pasos hacia atrás, otras cerraron los ojos y gritaron. Aquellas que gritaron, los penes se le metieron a la boca. Otros penes se fueron hacia las que corrían y se estrellaron contra ellas, eran tantos que las hicieron caerse, se les amontonaron encima y comenzaron a meterse entre sus ropas, sobretodo buscando sus entrepiernas. Gritaban las chicas y desesperadas trataban de quitárselos de encima, pero éstos eran muy escurridizos y se movían sin parar.

Una de las chicas, que había quedado a un lado del enjambre que pasó, se quedó pasmada mirando el ultraje de sus compañeras luego le vino una rabia tremenda y reaccionó. Tomó una rama gruesa de la orilla y comenzó a  repartir palos a los penes que estaban en el aire... uno... dos... tres... cuatro... cinco... fueron estrellándose contra los troncos de los árboles o contra las piedras en el suelo mientras quedaban inconcientes. Luego se acercó a sus compañeras sodomizadas en suelo y les quitó con las manos los penes que tenían encima, desenfrenada los quitaba y los azotaba contra el suelo, los que les habían quedado dentro de la ropa les daba puñetazos hasta que dejaban de moverse, entonces los quitaba de la ropa y los lanzaba lejos.

Al verla sus compañeras sintieron coraje y se lanzaron a la misma tarea. Las ya liberadas se pusieron de acuerdo con rápidas señas, agarraron palos y comenzaron a dar golpes a todos los penes que se movían en el aire, a tomar aquellos escabullidos dentro de las ropas, lanzarlos contra el suelo y aplastarlos con los pies.

Ya habían terminado con todos los penes que andaban rondando cuando vieron acercarse a una viejecita de espalda levemente encorvada, corriendo a duras penas. Miró la escena y les dijo: "Perdonen chicas, se me escaparon del closet y no pude atraparlos". Sacó una bolsa grande donde metió a todos los penes, luego les preguntó: "¿No queda ningún otro por ahí? ¿Cierto?". Las chicas se miraron, la miraron y mudas movieron la cabeza dando un no de respuesta. Sólo una de ellas no movió la cabeza, se había metido uno de los penes inconcientes en el bolsillo pensando que era buena idea.
"Gracias! Chau!" dijo la viejecita y se fue.

Las chicas la vieron alejarse por el camino del cerro con la bolsa al hombro. Se miraron un largo rato. "¿Están todas bien?" Preguntó la primera chica que atacó a los penes. Algunas encogieron los hombros, otras movieron la cabeza inclinándola hacia los lados, otras movieron la cabeza en señal de si. "¿Que hacemos entonces?" Silencio. "¿Pues, nos vamos?" y se fueron. Mientras caminaban algunas se tomaron de la mano, otras les pusieron las manos en los hombros a sus compañeras y otras  se abrazaron.

La cucaracha

- Eres una linda cucaracha... ¿ lo sabías?
- Pero si los seres humanos me odian.
- Bah!... no los tomes en cuenta... la mayoría de ellos se odian a sí mismos.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Las vaginas devoradoras de hombres

Simplemente aparecieron. Nadie se explica como. Las llamaron vaginas devoradoras de hombres, porque eso parecen o eso son. Empezó en lugares apartados, por lo mismo costó reconocerlas, sólo se hablaba de aisladas y misteriosas muertes de varones, unas manchas de sangre, unos dedos, unos pies, unos restos de ropa saturados de moscas, algún cuero cabelludo arrancado de cuajo. El miedo comenzó a expandirse y muchas historias se inventaron. Se decía que era castigo de Dios, que los demonios habían venido a habitar la tierra, era el gran misterio porqué eran sólo los hombres los devorados. No fue sino hasta que se encontró una cámara fotográfica entre los restos de chicos desaparecidos, que se hicieron públicas las primeras imágenes y comenzaron a elaborarse teorías más creíbles. En ese video pudo verse cómo eran con sus largas patas negras como arañas y su área central rojiza, cómo flectaban sus patas, bajaban lo que parecía una vulva y succionaba a uno de los chicos por la cabeza haciéndolo girar para tragárselo comenzando desde las piernas, vomitando seguido las ropas y cabellos. "Parecen vaginas gigantes" fue el comentario general en todos los bares en que  el video se vió. Luego comenzaron a aparecer en lugares públicos, sobretodo en estadios y durante eventos deportivos donde se concentraban muchos hombres. Siempre andaban en grupos de a tres y cuando eran lugares grandes, varios grupos de a tres. Llegaban, succionaban todos los hombres que podían y luego se iban, se perdían en las aguas o en bosques tupidos.

Algunas mujeres se alegraron cuando se comieron a violadores y pedófilos, es justicia divina dijeron. Pero luego se comieron a sus maridos y sus hijos... y ya no era justicia según ellas.

Se organizaron grupos militares para acabar con ellas, pero fue en vano. Lanzaban unos escupos viscosos rojizos y pegajosos que inutilizaban todo. Y encima se tragaban a los soldados. Se decía que olían la testosterona, que preferían aquellos más machos, los más fornidos, los más guerreros, nunca se comieron a una mujer, incluso aquellas que se operaron para transformarse en hombres.

Sacerdotes y personas que sabían de mitos y ceremonias llamaron a hacer sacrificios programados en cada una de las grandes ciudades para saciar el hambre de estas engendras. Se organizaron sorteos para seleccionar un joven virgen que se sacrificara por su ciudad. A los sorteados se les dieron grandes lujos y buena comida por unos días hasta el día del sacrificio. No resultó. El día en que llegaron las vaginas caminantes se comieron al sacrificado, pero luego se comieron también muchos de los hombres que miraban y a los sacerdotes y sabios que habían organizado los sacrificios.

Llenos de miedo los hombres empezaron a vestirse y usar perfume de mujeres. Se dejaron el pelo largo, se maquillaron y aprendieron a moverse como mujeres, se depilaron, se alisaron o se ondularon los cabellos, se vistieron con sexis vestidos o ropa casual femenina. Nada de eso resultó. Curas, intelectuales, sabios, necios, ricos, pobres... ningún macho que hubiera pasado la pubertad se salvaba, las vaginas se los tragaban a todos.

Lo más impresionante parecía ser que los hombres ya estando a cierta distancia no escapaban. Sentían algo en el aire que rodeaba estas cosas que los embrujaba. Se quedaban atontados mirando e incluso parecían disfrutar cuando eran succionados. En varios casos hubo reportes de hombres sonrientes y gimiendo de placer mientras se los tragaban cabeza abajo. Incluso cuando sus enamoradas mujeres trataban de protegerlos, ellos las hacían a un lado y les decían "déjame" y se entregaban a la succión con absorta alegría. Las científicas dijeron que las vaginas come hombres se estaban inseminando con los varones que se comían, esto explicaba el crecimiento de su población y el placer que demostraban los devorados.

La sociedad comenzó a acostumbrarse a estas visitas periódicas. Se hablaron de cifras, se hicieron estadísticas y estimaciones. A ese ritmo de crecimiento y ataques en un período de 10 años los hombres fértiles de todo el planeta desaparecerían. Se invitaron a todos los varones a visitar bancos de semen para asegurar su descendencia. La inseminación artificial se hizo muy popular y muchas de las viudas se embarazaron de sus deudos.

 A falta de varones las mujeres comenzaron a ocupar los puestos de poder y responsabilidad. Se acabaron las guerras y las cárceles no fueron necesarias. Los pocos hombres que fueron quedando se volvieron miedosos, salían y se mostraban poco, se hizo común y necesaria la poligamia e incluso se instituyeron cuotas de sexo que ellos debían cumplir con varias, como método de salud para liberar el estrés femenino y alegrar a las viudas. Se hicieron planes de embarazo colectivo con lo que se esperaba asegurar la supervivencia de la especie. No se sabía qué pasaría con las vaginas gigantes una vez que se acabaran todos los varones fértiles. Quizás sería la única forma de terminar con ellas, que murieran de inanición, pues no parecían gustar de los bancos de semen ni de los niños en edad no fértil. Las mujeres ya resignadas comenzaron a rendirles culto. Se pensó que sería un sacrificio aceptable que murieran todos los varones fértiles actuales y así iniciar una nueva sociedad, con los niños que algún día se harían hombres, pero ya liberados de las vaginas gigantes.

domingo, 26 de octubre de 2014

Elaborando un plan

Ya lo he pensado bastante. Creo que desde donde me encuentro se puede hacer. Un día domingo saldré de esta tumba y caminaré por las calles. Seguramente los gusanos que hoy me comen no estarán muy contentos, sin duda preferirán quedarse en la tierra húmeda antes que salir a tomar sol por ahí. Espero que los músculos de las piernas aún me funcionen y los de los brazos al menos tengan energía suficiente para saludar con la mano. Será divertido... más de alguna señorita se asustará y correrá despavorida al verme, no importará, parece que me pasaba lo mismo de lo que me acuerdo cuando estaba vivo. Otros me tomarán fotos, parece ser que está de moda por estos días. Otros más osados se acercarán y me preguntarán mi historia, no sé si mis cuerdas vocales aún funcionan, quizás debiera practicar un poco, total aquí nadie me escucha. Espero que aquel gusano que me entró por el oído hace algunos días no se coma la parte del cerebro donde se están guardando estos pensamientos. No quisiera olvidarme de este plan.

viernes, 24 de octubre de 2014

Cosas que pasan

Anoche quise rascarme las bolas y mi pene no estaba, tampoco estaban las bolas. Me asusté claro... ¿Cómo era eso posible? Miles de teorías pasaron por mi mente: se fue para vivir nuevas aventuras, porque alguna despechada me lo cortó, porque se lo llevaron los extraterrestres, porque explotó de lo lleno que estaba, o se lo llevaron a un museo como el pene de Rasputín, porque eran cosas que pasaban en noches de luna llena, porque había comido mucho ajo, o no estaba porque me convertía en un bicho como el Gregorio de Kafka, o era parte del proceso evolutivo del ser humano, que el pene desapareciera... pensar no hacía mucho sentido, así que me atuve a los hechos, no había sangre, no había muestras de que lo hubieran sacado con violencia. Me levante a buscarlo, sólo vi unas manchas de semen por aquí y por allá, las últimas que vi salían por la puerta y se perdían en la oscuridad de la ciudad. Salí a correr por las calles gritando su nombre en el silencio de la noche... y nada. Sólo algunas caras curiosas asomándose por las ventanas. Exhausto me rendí y volví a casa, pensé en si le había tomado fotografías para hacer carteles “Se busca” y pegarlos por la ciudad, en cuánta recompensa podía ofrecer. Traté de recordar si había hecho algo que hiriera sus sentimientos. Pensé en qué le diría a la policía o si me aceptarían en televisión para contar mi historia y que más personas me ayudara a buscarlo. Me dormí entre planes para poder recuperarlo.
A la mañana siguiente había vuelto, parecía sucio y cansado, pero estaba allí, lo que me hizo feliz. No me dijo nada... claro, los penes no hablan.

Un hombre común


Le mintió a la esposa cuando le dijo que la amaba, le mintió a sus hijos cuando les dijo que salía por trabajo, que volvería pronto. Le mintió al hombre de la calle cuando le dijo que no tenía monedas. Le mintió a sus amigos, cuando les dijo que le encantaba su trabajo. Le mintió al señor del negocio cuando le dijo que le hiciera un precio, que la economía andaba mala. Le mintió a su padre cuando le dijo que lo odiaba, que no quería verlo más. Le mintió a su jefe cuando le dijo que era una buena persona. Le mintió a sus colegas cuando les dijo que eran como hermanos para el. Le mintió a su madre cuando le dijo que no la iba a ver porque tenía mucho trabajo. Le mintió a la chica con que se veía cuando le dijo que se iba a quedar con ella. Se mintió a si mismo mientras se miraba frente al espejo, contenía una lágrima que se le salía y se decía: “Lo tienes todo... eres feliz”

lunes, 20 de octubre de 2014

Mi mano

Hoy mi mano se enojó conmigo, me dijo que no quería verme más, cortó los ligamentos, nervios y tendones que me unían a ella y se fué. Lloraba lágrimas de sangre y sustancias viscosas que le salían de la unión que antes tenía con nuestra muñeca. Se llevó sus huesos, sus experiencias y sus memorias. Me dejó sin recuerdos de lo que había tocado y había sentido con ella. Me dejó sólo unos feos filamentos colgantes con sangre coagulada. No me dijo ni adiós, ni miró atrás. Cerró la puerta de un golpe y se marchó. Por allí andará arrastrándose camino hacia quién sabe dónde... ¿Volverá algún día mi mano?

Un día de no hacer nada




Mirarse al espejo, descubrir el color de mi piel, nuevas arrugas, algún que otro grano o pelo que crece, lo que hay en los ojos vidriosos en frente al espejo y lo que se esconde detrás de ellos. Mojarse la cara para animarse. Mirarse de nuevo. Salir a caminar, ver los autos pasar, la gente en la calle cada uno en su propio mundo. Tirarse en algún pasto, mirar al cielo y ver los pájaros y las nubes pasar, las ramas de los árboles. Sentir el viento en la piel, el sol en la cara, los sonidos que llenan el mundo, los colores en todas partes. Mirar cómo todo se mueve y sentirse ajeno, mirar y sentir un poco más y sentirse adentro. Observar el entramado de la vida. En todas partes lo mismo. En cada ser humano sentimientos similares. Todo moviéndose de maneras misteriosas. Todo danzando en frente de nosotros. Tomar aire profundo, sentir la barriga y el pecho inflarse, dejar el aire y todo de nuevo... todo de nuevo, pero siempre diferente.

jueves, 9 de octubre de 2014

La mirada del monje

Había matado niños, mujeres, ancianos, hombres... así hacía dinero. Nada personal les decía, es sólo mi trabajo. De niño se había acostumbrado a caminar entre charcos de sangre, al olor de ella y a limpiársela del rostro después de cada asesinato. No había emociones, no había remordimiento, sólo era lo que le tocaba hacer. Todo había sido así hasta que mató al monje, algo hubo en su mirada que no era el acostumbrado miedo o rabia, había compasión. Por varios días esa mirada lo atormentó, no podía quitársela de la cabeza y no lo dejaba dormir. Cuando le tocó el siguiente trabajo, un niño, no lo pudo hacer, vió en sus ojos los ojos del monje, no pudo... tuvo que cambiar de trabajo y dejo de matar. Enemigos aún tuvo, y muchos, cuando se encontraba con alguno de ellos que lo desafiaba, les hacía un corte en el pecho, les quitaba el corazón, lo lavaba en río y se los volvía a colocar. Cuando despertaban ya se les había quitado el deseo de venganza, dejaban de molestarlo e incluso a algunos se convirtieron en amigos. Siguió viendo la mirada compasiva del monje, pero ahora no entre tormentos, sino cada vez que se miraba al espejo.

martes, 7 de octubre de 2014

Un viaje moderno en Metro

A nosotros nos parecería un método muy extraño, pero lo cierto era que así lograban aglutinar increíbles cantidades de personas en horas de congestión. Simplemente agrupaban a toda la gente en una masa compacta. Se mezclaban torsos, brazos, piernas... todo en un sólo paquete de carne uniforme. Lo único que permanecía intacto eran las cabezas, cosa que nadie perdiera su individualidad, quedaban estas flotando en las orillas de la masa de carne y así todos podían respirar. El único problema era al momento de salir, pues era frecuente que las personas salieran con las piernas o los brazos de un desconocido.

lunes, 6 de octubre de 2014

El Gusano

De repente salió un gusano del suelo y empezó a comerlo todo. Intentaron pisarlo, pero se comía a quienes lo pisaban. Se hizo tan inmenso que devoraba edificios completos. Un día se iba a comer a un niño, pero este le preguntó: "¿Porqué comes tanto?", entonces el gusano, que ya se había vuelto inteligente de haber comido tantos hombres, respondió: "Es que quiero tenerlo todo". Y el niño dijo: "pero si ya lo tienes todo". Entonces el gusano comprendió, súbitamente vomitó todo lo que había comido y volvió a ser un gusano pequeño.

viernes, 1 de agosto de 2014

Le Gustaba reírse

Le gustaba reírse. A veces se le llenaban los ojos de lágrimas y se retorcía en el suelo de tanta risa. Murió feliz. Murió riendo. #minihistorias