viernes, 14 de noviembre de 2014

Las vaginas devoradoras de hombres

Simplemente aparecieron. Nadie se explica como. Las llamaron vaginas devoradoras de hombres, porque eso parecen o eso son. Empezó en lugares apartados, por lo mismo costó reconocerlas, sólo se hablaba de aisladas y misteriosas muertes de varones, unas manchas de sangre, unos dedos, unos pies, unos restos de ropa saturados de moscas, algún cuero cabelludo arrancado de cuajo. El miedo comenzó a expandirse y muchas historias se inventaron. Se decía que era castigo de Dios, que los demonios habían venido a habitar la tierra, era el gran misterio porqué eran sólo los hombres los devorados. No fue sino hasta que se encontró una cámara fotográfica entre los restos de chicos desaparecidos, que se hicieron públicas las primeras imágenes y comenzaron a elaborarse teorías más creíbles. En ese video pudo verse cómo eran con sus largas patas negras como arañas y su área central rojiza, cómo flectaban sus patas, bajaban lo que parecía una vulva y succionaba a uno de los chicos por la cabeza haciéndolo girar para tragárselo comenzando desde las piernas, vomitando seguido las ropas y cabellos. "Parecen vaginas gigantes" fue el comentario general en todos los bares en que  el video se vió. Luego comenzaron a aparecer en lugares públicos, sobretodo en estadios y durante eventos deportivos donde se concentraban muchos hombres. Siempre andaban en grupos de a tres y cuando eran lugares grandes, varios grupos de a tres. Llegaban, succionaban todos los hombres que podían y luego se iban, se perdían en las aguas o en bosques tupidos.

Algunas mujeres se alegraron cuando se comieron a violadores y pedófilos, es justicia divina dijeron. Pero luego se comieron a sus maridos y sus hijos... y ya no era justicia según ellas.

Se organizaron grupos militares para acabar con ellas, pero fue en vano. Lanzaban unos escupos viscosos rojizos y pegajosos que inutilizaban todo. Y encima se tragaban a los soldados. Se decía que olían la testosterona, que preferían aquellos más machos, los más fornidos, los más guerreros, nunca se comieron a una mujer, incluso aquellas que se operaron para transformarse en hombres.

Sacerdotes y personas que sabían de mitos y ceremonias llamaron a hacer sacrificios programados en cada una de las grandes ciudades para saciar el hambre de estas engendras. Se organizaron sorteos para seleccionar un joven virgen que se sacrificara por su ciudad. A los sorteados se les dieron grandes lujos y buena comida por unos días hasta el día del sacrificio. No resultó. El día en que llegaron las vaginas caminantes se comieron al sacrificado, pero luego se comieron también muchos de los hombres que miraban y a los sacerdotes y sabios que habían organizado los sacrificios.

Llenos de miedo los hombres empezaron a vestirse y usar perfume de mujeres. Se dejaron el pelo largo, se maquillaron y aprendieron a moverse como mujeres, se depilaron, se alisaron o se ondularon los cabellos, se vistieron con sexis vestidos o ropa casual femenina. Nada de eso resultó. Curas, intelectuales, sabios, necios, ricos, pobres... ningún macho que hubiera pasado la pubertad se salvaba, las vaginas se los tragaban a todos.

Lo más impresionante parecía ser que los hombres ya estando a cierta distancia no escapaban. Sentían algo en el aire que rodeaba estas cosas que los embrujaba. Se quedaban atontados mirando e incluso parecían disfrutar cuando eran succionados. En varios casos hubo reportes de hombres sonrientes y gimiendo de placer mientras se los tragaban cabeza abajo. Incluso cuando sus enamoradas mujeres trataban de protegerlos, ellos las hacían a un lado y les decían "déjame" y se entregaban a la succión con absorta alegría. Las científicas dijeron que las vaginas come hombres se estaban inseminando con los varones que se comían, esto explicaba el crecimiento de su población y el placer que demostraban los devorados.

La sociedad comenzó a acostumbrarse a estas visitas periódicas. Se hablaron de cifras, se hicieron estadísticas y estimaciones. A ese ritmo de crecimiento y ataques en un período de 10 años los hombres fértiles de todo el planeta desaparecerían. Se invitaron a todos los varones a visitar bancos de semen para asegurar su descendencia. La inseminación artificial se hizo muy popular y muchas de las viudas se embarazaron de sus deudos.

 A falta de varones las mujeres comenzaron a ocupar los puestos de poder y responsabilidad. Se acabaron las guerras y las cárceles no fueron necesarias. Los pocos hombres que fueron quedando se volvieron miedosos, salían y se mostraban poco, se hizo común y necesaria la poligamia e incluso se instituyeron cuotas de sexo que ellos debían cumplir con varias, como método de salud para liberar el estrés femenino y alegrar a las viudas. Se hicieron planes de embarazo colectivo con lo que se esperaba asegurar la supervivencia de la especie. No se sabía qué pasaría con las vaginas gigantes una vez que se acabaran todos los varones fértiles. Quizás sería la única forma de terminar con ellas, que murieran de inanición, pues no parecían gustar de los bancos de semen ni de los niños en edad no fértil. Las mujeres ya resignadas comenzaron a rendirles culto. Se pensó que sería un sacrificio aceptable que murieran todos los varones fértiles actuales y así iniciar una nueva sociedad, con los niños que algún día se harían hombres, pero ya liberados de las vaginas gigantes.

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