Hoy mi mano se enojó
conmigo, me dijo que no quería verme más, cortó los ligamentos,
nervios y tendones que me unían a ella y se fué. Lloraba lágrimas
de sangre y sustancias viscosas que le salían de la unión que antes
tenía con nuestra muñeca. Se llevó sus huesos, sus experiencias y
sus memorias. Me dejó sin recuerdos de lo que había tocado y había
sentido con ella. Me dejó sólo unos feos filamentos colgantes con
sangre coagulada. No me dijo ni adiós, ni miró atrás. Cerró la
puerta de un golpe y se marchó. Por allí andará arrastrándose
camino hacia quién sabe dónde... ¿Volverá
algún día mi mano?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario